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"Crecer"

Irene Vaquero Rubio - Madre y antigua alumna


El pasado 30 de mayo el Colegio volvió a celebrar una de las tradiciones más recordadas por aquellos que fuimos alumnos. La Coronación es el acto al que, de un modo u otro, siempre regresamos. Es el encuentro con nuestros antiguos compañeros durante los primeros años de carrera, la ocasión en la que volvemos a ver a los profesores con los que compartimos tanto esfuerzo y trabajo, o un momento emotivo cuando, en mi caso, pude ver cómo mi hermano coronaba en su último curso de Bachillerato.


A la Coronación volvemos en pareja, con familia o con carritos de bebé. Pero hay un regreso más entrañable y menos tangible: el reencuentro con la infancia de cada uno a través de nuestros hijos. Hace tres décadas yo era “la nueva”. Recuerdo mi primera Coronación, en 1993, como una fecha importante en el calendario. Desde entonces, cada año, todas lo fueron. El Colegio se vestía de fiesta, ensayábamos los cantos días antes de la celebración y todos sabíamos perfectamente cómo se iba a desarrollar la ceremonia. Era un día grande.

El día 30 también lo ha sido. Y los debutantes de este curso, nuestros pequeños del Aula de 2 años, nos han dado unas cuantas lecciones. Entre ellas, las del respeto, la responsabilidad, la calma y el silencio. Momentos antes de que la corona subiese a los pies de María, llegaron de la mano de sus educadoras, Gema Del Bosque y Mamen Sales, que tanto les han enseñado estos meses y que con tanta paciencia y dedicación han acompañado sus pasos este curso. Eran los últimos en incorporarse, pero no les impresionó que la iglesia estuviera llena. Se sentaron en un lateral del altar, tranquilos y formales. Las profes repartieron los claveles y, como suele suceder con los más chiquitines, muchos de ellos no esperaron al himno, empezaron a levantarlos mientras Mercedes aún les explicaba desde el atril lo que estaba a punto de pasar.


Estaban en casa y se notaba. Lo cual me recuerda el lema de este curso: “Salir a ser hogar”. El Spínola fue nuestro hogar y es el hogar de nuestros niños. Aquí están viviendo sus primeras experiencias en equipo, están trabando amistades que conservarán toda la vida, y aquí van a aprender a ser personas. Como hicimos nosotros en su día.


Gracias, de corazón, a los profesionales que les acompañan así de bien en la tarea más importante que tienen entre manos en estos primeros años de vida: crecer.


Podéis acceder a las fotos de un día tan señalado en el área de socios.

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